
Imagina por un momento que estás tumbada en la playa, el sonido de las olas de fondo, una suave brisa acariciándote, la temperatura ideal, una total sensación de tranquilidad rodeándote. En un contexto así, sentir paz es prácticamente inevitable... Pero, ¿Qué pasa cuando no es este el escenario? Cuando estás en medio de un atasco y llegas tarde a algún sitio, cuando el trabajo se acumula, cuando tienes una discusión con alguien cercano... Todos esos escenarios te desestabilizan...
Tendemos a asociar paz con la ausencia de cualquier tipo de conflicto, con la idea de que solo podemos sentirnos bien cuando todo nuestro alrededor está en equilibrio. Sin embargo, la verdadera paz, esa que sale de lo más profundo de nuestro corazón, no viene de la ausencia de problemas, sino de nuestra capacidad de mantenernos serenos en medio de todos ellos.
Aprender a calmarse en el caos.
El mundo rara vez está en calma. Vivimos rodeados de estímulos, responsabilidades y cambios constantes en nuestras vidas. Si condicionamos nuestra paz a que todo esté en orden, viviremos una constante lucha, esperando ese momento ideal que probablemente nunca llegue. En cambio, si aprendemos a gestionar nuestras emociones y trabajar esa serenidad desde dentro, podremos afrontar las circunstancias que vengan con mayor serenidad y equilibrio.
No se trata de ignorar los problemas, ni mucho menos evitar las emociones difíciles, sino de aprender a manejar estrategias que nos ayuden a autorregularnos y encontrar estabilidad aún cuando nuestro entorno esté revuelto.
Claves para encontrar la paz.
- Respiración consciente. La respiración es una gran herramienta para conectar con el presente y calmar el sistema nervioso. Respirar profundamente y de manera consciente pueden ser el primer paso para recuperar el control cuando todo parece desbordarse.
- Aceptar la incertidumbre. El deseo de controlar todo genera ansiedad. Aceptar que la vida es impredecible nos permite soltar la resistencia y adaptarnos con mayor flexibilidad a los cambios.
- Practicar la atención plena. En estas situaciones es esencial centrarnos en lo que tenemos aquí y ahora, muchas veces, comentemos el error de crearnos escenarios que ni han ocurrido, ni es probable que lo hagan y eso nos genera más ansiedad. De igual modo, nos crea ansiedad anclarnos al pasado y cosas que ya no podemos cambiar, en vez de mirar lo que tenemos delante, que es lo único que importa, el momento presente es lo único que tenemos.
- Cuidar nuestro dialogo interno. La manera en la que nos hablamos influye mucho en como afrontamos nuestros problemas. Debemos cultivar un discurso interno más compasivo y amoroso y menos crítico para ayudarnos a transitar mejor los momentos de tensión.
- Darle espacio a nuestras emociones. No debemos reprimir lo que sentimos, debemos observarlo sin dejarnos arrastrar por ello. Validar nuestras emociones sin juzgarlas nos permite gestionarlas mejor.
- Construir una rutina de autocuidado. Dormir bien, mantener una alimentación sana y equilibrada y realizar ejercicio físico son pilares fundamentales para nuestro bienestar. Cuidar de nuestro cuerpo tiene un gran impacto en nuestra estabilidad emocional.
- Practicar la gratitud. Aun en medio de los problemas, siempre hay algo por lo que estar agradecido. Es esencial dar gracias por todas las pequeñas cosas que SI tenemos en nuestro día a día.
- Aprender a soltar. A veces nos aferramos a situaciones, personas o pensamientos que solo nos generan sufrimiento. Aprender a soltar lo que no podemos controlar nos permite liberarnos del peso innecesario.
- Busca apoyo cuando sea necesario. No siempre podemos hacerlo todo solos y está bien pedir ayuda, hablar con alguien de confianza o acudir a un profesional, esto puede ser clave para recuperar nuestro equilibrio emocional.
Construyendo nuestra propia calma.
La paz no es un destino al que llegaremos cuando todo sea perfecto, es una elección diaria que trabajamos internamente y con la regulación de nuestras emociones. La buena noticia es que, aunque el caos externo no siempre dependa de nosotros, nuestra manera de afrontarlo sí. Y en esa capacidad de encontrar serenidad en medio del ruido, está nuestra fortaleza.
No es un camino fácil, y requiere de paciencia y mucha constancia. Algunos días será más sencillo mantener la calma, mientras que en otros nos sentiremos superados por las circunstancias. Pero cada pequeño paso cuenta. Cada vez que elegimos respirar antes que reaccionar, cada vez que decidimos cuidarnos y escucharnos, estamos construyendo una base más sólida para nuestra paz interior.
Así que la próxima vez que la vida parezca un torbellino, haz una pausa, respira y recuerda: La paz no es la ausencia del caos, sino la capacidad de mantenerte en equilibrio en medio de él.
Ejercicios para cultivar la calma.
Para terminar me gustaría dejaros unos ejercicios que podéis poner en practica en vuestro día a día para trabajar esa paz interior.
- Técnica de respiración 4-7-8: Inhala en 4 segundos, retén el aire en 7 segundos y exhala en 8 segundos. Repítelo todas las veces que sea necesario hasta sentirte más relajado-
- Diario: Escribir sobre lo que sentimos ayuda a procesar mejor las emociones sin que estas nos controlen.
- Meditación guiada: Dedica al menos 5 minutos al día para practicar la meditación y conectar con tu interior.
- Ejercicio físico consciente: Caminar, hacer ejercicios de fuerza o cualquier actividad física ayuda a liberar tensión y equilibrar la mente. Y es esencial hacerlo de manera consciente, intentando únicamente tener la mente en lo que estás haciendo en ese momento, fíjate en como respirar, en tus pulsaciones, en como se mueve tu cuerpo, etc.
- Visualización positiva: Cierra los ojos e imagina un lugar en el que te sientas en paz. Intenta recrear esa sensación en tu día a día estés donde estés.
El cambio no ocurre de la noche a la mañana, pero cada pequeña acción que tomes te acercará a una vida con más calma y equilibrio. Recuerda siempre, la paz no está en lo que ocurre fuera, sino en como elegimos vivirlo dentro de nosotros.
Olaya Martínez Gil
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