Cuando "E" terminó su proceso personal conmigo, la invité a escribir su historia para poder compartirla con todas vosotras.
Es de esos casos que me ponen los vellos de punta y una historia a través de la cuál demostrar que la ciencia es maravillosa, pero como todo en la vida, tiene sus limitaciones. Y, a veces, también se equivoca.
Escribir es ya de por sí terapéutico ya que te ayuda a tener más visuales tus pensamientos, sentimientos y emociones. Si además, con ello puedes ser de ayuda o acompañamiento a otras personas, es ideal. Gracias "E" por dejarnos compartir un trocito de ti, de tu mundo y de tu historia. Seguro que a alguien puede resonarle, ilusionarle, ayudarle y todo a la vez.
Gracias por tu presencia, gracias por contar conmigo en tu camino, gracias por tu constancia, consciencia y coherencia
...Los sueños siempre se cumplen, aunque algunos tardan un poco más...
Esta historia empieza cuando jugaba a ser mamá
No es casualidad que escriba hoy... he ido posponiendo este momento hasta que llegara este día porque sé que hoy hace un año que estás entre nosotros...
Cuando acabé mi trabajo personal con Olaya me dijo que algún día me parara a escribir sobre mi proceso vivido y aquí estoy haciéndolo un tiempo después.
Creo que toda esta historia empieza cuando era niña y jugaba a ser mamá...Creo que del mismo modo que sabía que de mayor iba a ser maestra y así ha sido, sabía que quería ser mamá...y con unas cuántas piedras más en el camino, también ha sido así.
En el 2004 conocí a "A", empezamos una relación y en nuestras charlas sobre el futuro los dos coincidíamos en que nos encantaban los niños y que queríamos ser padres. Años más tarde nos pusimos a la tarea y viendo que no llegaban me puse en contacto con mi ginecóloga que nos indicó que nos hiciéramos algunas pruebas no invasivas: espermiograma, análisis de sangre en el día 3 y 21 del ciclo menstrual, etc. Aparentemente todo estaba bien. Entonces empezaron las relaciones programadas más el omifin. ¡Qué rollo tener que quedar para “echar un polvo”! Además, en este día en concreto porque es cuando el sol se alinea con la luna y el resto de astros del universo...mi súper día fértil...pero después de dos ciclos así engordando mis óvulos y follando en el día X tampoco llegaba...la regla volvía a bajarme y con ello un poquito la moral. Parecía que ser padres nos estaba costando un poco, todavía no teníamos ni idea de lo que estaba por venir.
La regla volvía a bajarme y con ello, un poquito la moral
Como todas estas pruebas habían salido bien me mandó una histerosalpingografía....("lo qué?????")
En definitiva, una radiografía de las trompas de falopio que se hace mediante contraste para ver si están obstruidas. Un poco acojonada fui a hacérmela porque según decían dolía mucho, no fue mi caso. Aún recuerdo las palabras de la enfermera: "Venga que muchas se quedan embarazadas después de la prueba porque al pasar el contraste dejamos el camino abierto..." Por si acaso probé, pero tampoco fue positivo.
El peor diagnóstico llegaba aquel 21 de mayo..."Trompas impermeables". Lo que significaba que de forma natural no nos íbamos a quedar embarazados NUNCA y teníamos que recurrir a técnicas de reproducción asistida.
Aquel día lloré amargamente. Era como que una parte de mi condición de mujer no funcionaba bien, como que se me había arrebatado un regalo que por naturaleza tenemos la suerte de disfrutar las mujeres...el ser madre...
Las lágrimas dejaron paso a la lucidez y me propuse que pasara lo que pasara yo iba a ser madre, lo sabía desde pequeña, incluso si no hubiera habido una pareja para cumplir este sueño. Yo iba a ser madre: con técnicas de reproducción asistida, con adopción...como fuera lo iba a conseguir. Aunque me quedaba bastante por sufrir, pero eso aún no lo sabía.
Mi ginecóloga me derivó a una clínica, que por mi condición de funcionaria me realizaría el tratamiento sin coste alguno. Mi equivalente a la seguridad social, pero sin colas tan largas. En esto tuve mucha suerte en comparación con otras mujeres que se tiran meses hasta que las llaman, en mi caso no fue así. Además, como mi ginecóloga me había mandado muchas pruebas tuve camino adelantado. Incluso demasiado, en comparación con otras parejas cuando llegan a la clínica, yo ya llegaba con un diagnóstico: infertilidad tubárica. “Llueve pero no se moja”. Directamente nos mandaron a FIV.
Dejamos pasar el verano y en septiembre con mi primera regla empezamos el tratamiento: controles a primera hora para ver como estaban mis folículos, pinchazos en la barriga con el puregon hasta dejarla como un colador, algún morao por el camino, orgalutran con mega jeringa en la puerta del cole justo antes de entrar...
En nuestro entorno lo sabían los justos, más que nada porque no quieres que te pregunten como va. Simplemente quieres que los días pasen y todo vaya avanzando. Llegó la punción y de ahí a esperar unos días...de todos los que habían salido adelante los más óptimos fueron tres, dos que me colocaron y otro que pasó a ser mi baby ice.
En todo este proceso conocí a un grupillo de chicas en un foro que estábamos pasando por lo mismo, sin conocernos estábamos muy unidas pues todas entendíamos perfectamente como se sentían las demás, ayudábamos con las dudas....
Un tres de octubre en la boda de unos amigos metí una vomitada impresionante, y no por haber bebido precisamente. En ese instante supe que estaba embarazada.
Días más tarde fuimos a la clínica a hacernos la tan ansiada beta, parecíamos dos pardillos sentados esperando a que nos llamaran. Y a mediodía llegó por fin la llamada: la beta es positiva, ¡¡¡¡¡¡estáis embarazados!!!!!!
Feliz no, lo siguiente, no me lo podía creer por fin había llegado ese momento que llevábamos tiempo esperando.
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