Tras años y años en los que los hospitales han medicalizado en exceso el parto, en muchas ocasiones sin que ello fuese estrictamente necesario, poco a poco parece que vamos recuperando la esencia de un parto natural, respetado y más humanizado.
Uno de los puntos que fortalecerá este tipo de alumbramiento, será el instantáneo contacto piel con piel entre madre e hijo. Tanto si el bebé ha nacido por cesárea, parto natural o, más recomendable incluso, si el pequeño es prematuro, será fundamental y muy beneficioso para ambos ese contacto en los minutos directamente posteriores al parto y alargándolo hasta, al menos, las dos horas siguientes.
Son numerosos los beneficios que se han demostrado de esta práctica, entre ellos, el mantenimiento de la temperatura corporal del recién nacido o el establecimiento de la lactancia materna.
En las siguientes líneas explicaremos más extensamente cuáles son sus beneficios y el por qué es tan importante exigir que se os dé esta opción, siempre y cuando no haya inconvenientes que puedan poner en riesgo la salud de mamá o bebé.
¿Qué es el contacto piel con piel?
Durante muchos años, tras el parto, se separaba a la madre del bebé para realizar todas las rutinas marcadas por el medio hospitalario: primeros cuidados de rutina, peso y limpieza del pequeño. Por fortuna, en la mayoría de hospitales ya se tienen en cuenta los múltiples beneficios demostrados del contacto piel con piel entre la mamá y el pequeño inmediatamente después del parto y, por ello, se realiza esta práctica, postergando el resto de rutinas que son innecesarias en ese preciso momento.
Para que los resultados del contacto piel con piel sean los óptimos, lo ideal sería poner en contacto a la madre y al neonato justo después del nacimiento de éste. Se debe colocar al bebé totalmente desnudo sobre el pecho o el abdomen también desnudo de la mamá.
Se conoce que, tras el parto, el bebé se encuentra en un estado de alerta tranquila y dicho estado es muy favorecedor para interactuar con el nuevo medio al que acaban de llegar. Por tanto, mediante la práctica del contacto piel con piel, favorecemos que el neonato sienta el calor de la madre regulando así el suyo propio, huela a su madre lo que le reconforta y le permite la interacción precoz con ésta y pueda tener a su alcance el alimento. Esta práctica favorece también el vínculo temprano entre madre-hijo y la sensación de bienestar de ambos.
Hemos de tener en cuenta que durante 9 meses nuestro bebé ha vivido en un ambiente totalmente óptimo para él, con una temperatura estable, sin ruidos excesivos, sin sensación de hambre, como en una burbuja donde cada una de sus necesidades eran cubiertas al instante. Tras nacer todo ello cambia, de repente se encuentra en un mundo totalmente desconocido y todavía no posee la capacidad de darle el significado a cada una de las cosas nuevas que ocurren a su alrededor. Tan sólo es capaz de saber: me encuentro bien o me encuentro mal, me siento seguro o me siento inseguro.
El único mundo que hasta ahora conoce es su mamá, esa voz que ya era capaz de reconocer desde el vientre, ese olor especial que lo hace sentir en casa y el sonido de ese corazón que, para él, es como una canción de cuna.
Simplemente sabiendo esto ya podemos intuir el por qué resulta tan beneficioso que lo primero que viva nuestro bebé al venir al mundo sea estar en contacto con su mamá.
5 beneficios del contacto piel con piel
- VINCULO MADRE-HIJO: favorece el establecimiento de los vínculos positivos desde el primer momento del nacimiento. Ambos van a sentirse mucho mejor si se encuentran unidos.
- ESTABLECIMIENTO DE LA LACTANCIA MATERNA: se ha demostrado que el permitir al bebé oler a su madre y estar en contacto con ella desde el primer momento favorece el establecimiento y el correcto desarrollo de la lactancia materna. Favorece la frecuencia de ésta y su duración. Además, el estímulo que produce el bebé succionando el pecho favorece la “subida de la leche”.
- EQUILIBRIO DE LA TEMPERATURA CORPORAL: el estar en contacto con la piel de la mamá permite al niño equilibrar y mantener constante su temperatura.
- CONTROL DEL DOLOR: los bebés que están en contacto piel con piel con su madre muestran menos signos de dolor ante pruebas médicas rutinarias.
- DISMINUCIÓN DEL ESTRÉS: los bebés que se encuentran piel con piel muestran menos niveles de estrés y, por tanto, menor producción de cortisol que resulta perjudicial para el desarrollo fisiológico y psicológico del pequeño.
Por el contrario, si mantenemos a los bebés alejados de sus mamás durante las primeras horas, e incluso, primeros días tras el nacimiento, podemos encontrar mayor riesgo de infecciones hospitalarias, más problemas a la hora de establecer la lactancia materna, más dificultades para establecer los vínculos mamá-bebé, etc. Con todo ello aumentaremos el estrés del neonato y de la mamá.
En los casos en los que la mamá no se encuentre disponible, por problemas en el parto o similares, el papá también resulta una perfecta piel de contacto para el bebé.
Si necesitas más información no dudes en ponerte en contacto conmigo: info@olaya-psicologia.es
Mamás, papás… ¡¡¡No hay excusas!!! No existe un entorno mejor para vuestros pequeños que vosotros mismos.
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Paula (lunes, 22 agosto 2016 18:32)
Y por qué muchos hospitales aún siguen sin permitir esto! Que está demostrado que es beneficioso para todos! Nos queda tanto trabajo en España... Me encanta tu post. Se seguiré leyendo
Olaya Psicología (lunes, 22 agosto 2016 18:55)
Por desgracia, la concienciación de los beneficios que aportan este tipo de prácticas en medios hospitalarios es aún baja. Pero no perdamos la ilusión, poco a poco son más los profesionales que se unen en pro de ellas y probablemente las tasas vayan en aumento. Por el momento sólo nos queda hacernos oír y que este conocimiento llegue al mayor número de personas posibles.
Un saludo y gracias por tu comentario.